la rosa que un día detuvo tu mirada,
la que no habla y dice lo esencial,
que habita honda belleza y lo ignora,
se abandona a la danza del aire,
es estrella en la tierra,
sueño de amantes,
caricia leve en el tacto;
la rosa,
la rosa a la que el cruel tiempo deshace.
Mi amor está lleno de espinas, todavía me abrazo a ella, porque yo sé que entre esas espinas, hay una rosa que vale la pena todo el dolor.
ResponderEliminarGracias.
Borró el tiempo las huellas de aquel soldado, o quizás fueron otras las que la borraron?
ResponderEliminarNunca dejaré de mirar mi rosa, aquella que un día me regalara ella.